El día 13 de marzo de 1969, hace casi justamente 40 años Porsche presentaba una gran primicia en el Salón de Ginebra, el 917. Un superdeportivo de carreras que ha pasado a convertirse en uno de los coches de competición más aclamados y exitosos de la historia, tanto que en su día la normativa de muchas pruebas fue alterada para impedir la participación de los 917, tal fue el caso del Racing Series World Championship – algo parecido a las LeMans Series actuales – o las CanAm Series canadienses.
Pero vayamos a los inicios, el 917 nació en 1969 al amparo de una normativa extendida de la FIA para coches de menos de cinco litros de cilindrada y un mínimo de 800 kg de peso. Porsche se puso manos a la obra, en el mismo año ya se habían producido 25 unidades bajo la supervisión de Ferdinand Piëch, el número necesario para poder participar en el Campeonato del Mundo. En la temporada 1969/70 9 de las 10 carreras de las que se componía el campeonato fueron ganadas por los Porsche 917, un debut arrollador.
¿Cuál fue la razón de su éxito? Un brillante chasis, un brillante motor y una brillante aerodinámica, sumados al talento de los pilotos. El 917 estrenaba innovadoras soluciones en todos los sentidos, empezando por el motor: se trataba un 4.5 litros refrigerado por aire de 12 cilindros horizontales – no un motor técnicamente bóxer – capaz de desarrollar una potencia de 520 CV. La aerodinámica estaba especialmente cuidada, de hecho se llegaron a construir diferentes versiones para maximizar el rendimiento en este aspecto.
La primera de ellas – de cola corta – estaba diseñada para circuitos revirados, donde era necesario un fuerte apoyo aerodinámico para maximizar el agarre, la fuerza generada era tal que se decía que podría circular por los techos a una velocidad suficiente. La segunda versión poseía una zaga más larga, – denominada de cola larga – su misión era alcanzar elevadas puntas en circuitos muy rectos. En las 24 Horas de LeMans de 1971 un 917 de cola larga alcanzó una velocidad de 387 km/h en la recta Mulsanne, todo un récord en la época.
En la misma prueba el 917 pilotado por Gijs van Lennep y el Dr. Helmut Marko logró mantener una velocidad media de 222 km/h cubriendo una distancia total de 5.335 km, otro récord aún vigente. La colección de éxitos de este superdeportivo de chasis tubular de aluminio y carrocería de fibra de vidrio parecía no tener fin, pero al final de 1971 la normativa de la FIA cambió, el 917 ya no podía competir. Las miras de Porsche se trasladaron entonces a la competición canadiense CanAm Series.
Para dichas series se produjo una nueva variante del 917, el 917/10 Spyder. Entre las novedades se contaban una potencia de hasta 1.000 CV gracias a la turboalimentación y diferentes retoques aerodinámicos fruto la eliminación del techo del habitáculo. El mismo año de su debút con el equipo Penske Motorsport arrasó en la mayor parte de las pruebas y al final de la temporada se introdujo una nueva variante con 1.200 CV de potencia, el 917/30 Spyder.
Finalmente, para la temporada 1974 se cambió la normativa y Porsche decidió retirar de la competición los 917, que en sus últimas evoluciones ya alcanzaban los 1.580 CV (!) y acumulaban una producción de nada menos que 65 unidades. Fruto de su experiencia en competición nació el Porsche 911 Turbo 3.0, uno de los primeros deportivos dotados de motor turboalimentado y el primero de una larga saga de éxitos, cuyo último exponente es el 997 Turbo de 480 CV, que casi dobla los 260 CV del primer 911 Turbo.
En el recientemente inaugurado museo de Porsche en Stuttgart se encuentran siete de los 917 más característicos, incluido “The Pig”, un 917/20 – una versión de proporciones medias entre los cola corta y cola larga – con un motivo de carrocería muy extrañamente peculiar: dividido en jamones, chuletas, tal y como si fueran las partes de la carne del cerdo. A continuación disponéis de una pequeña galería de imágenes y un vídeo en los que admirar el que probablemente haya sido el mejor coche de competición de todos los tiempos.
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